Había nacido en 1919 en la Cieza de, pongamos, Ramón María Capdevila. O en la de Tirso Camacho, si lo prefieren. Como tantos poetas de su generación, había nacido dotada con las armas de la palabra, como Minerva de la cabeza de Venus. (El hombre te ha negado/ apenas concebida; / pero has nacido en madre/ que te recorre sola/ con unos brazos ávidos/ aferrados al fruto).
Hoy, pasados ya cinco años sin la autora de ‘Ángel irremediable’, su poesía sigue manteniendo la misma fuerza. Y es que la poesía, cuando lo es de verdad, vive siempre, sobrevive de manera implacable a todo, a toda suerte de avatares, a la desaparición o la muerte de sus creadores mismos, a la de sus lectores.
Mª Pilar se sirvió a menudo de la forja literaria de admirados poetas como José García Nieto, Celaya, Aleixandre o Gloria Fuertes para asentar sus poemas. Escribía poemas con el escozor de los sentimientos en carne viva, con los versos a flor de piel (‘Soy un arbol/arrancado de cuajo/con toda la raíz a la intemperie’). Parecía que se dejara las entrañas en cada estrofa, en cada verso, como si le fuera la vida en ello. Desconsolada siempre, sin rebajarse nunca a lo patético.
La suya era la concreción de una mirada insatisfecha hacia la experiencia cotidiana (‘Si pudiera volver a aquella casa/donde yo me creía desgraciada/ y soñaba con todo lo que tengo/ y volviera otra vez a no tener nada, / solo sueños…).
Una mujer que llevó el compromiso ético a su vida personal. Para ella, lo importante fue la vida, la poesía vino por añadidura. Una poesía surgida en medio de la profunda soledad. Esa mirada que trata de penetrar en lo más profundo, interrogándose por los conflictos eternos del ser humano, el hondo sufrimiento de existir y el trágico sentimiento de angustia ante la vida.
“Hay en mí otra clase de poesía: la que vivo cuando soy feliz, la vivo tan fuertemente, la consumo, la quemo de tal manera que no queda nada para traducirla en palabras”. María Pilar era puro compromiso humano y social y de ese compromiso está llena su obra poética. Es el fruto de una mujer libre de todo tipo de prejuicios. Y eso que no eran buenos tiempos para las mujeres.
También era un baluarte, un obligado referente en el camino abierto por la poética del colectivo ‘Juventud Creadora’ a través del cual entra en contacto con el poeta José García Nieto, luego Premio Cervantes, quien prologa el primer libro de la ciezana ‘Tú y la huída’(1952).
Uno de los últimos homenajes póstumos a la poeta se produjo en el Aula de Cultura de Cajamurcia de la calle Padre Salmerón, en Cieza, su pueblo, el 26 de abril de 2007, organizado y coordinado por el Grupo de Literatura La Sierpe y el Laúd, y con la participación de otras entidades culturales y personas cercanas a la poeta. Un acto más de merecido reconocimiento y justicia cultural.
Texto de Pascual Gómez Yuste
Obra de la autora
María Pilar López encauzó su labor literaria, fundamentalmente, hacia la poesía aunque también se adentró en otros géneros literarios.
Obra de María Pilar: “Voz amarga y eco alegre” (1940), “Aurora repetida” (1941), “Tú y la huida” (1952), “El cielo perseguido” (1959), “Las tormentas” (1959), “Cita en el corazón” (1963), “El ángel irremediable” (1964), “Esta muchacha es mi hija” (1968), “Cartas al viento” (1971), “Cartas a un hombre nuevo” (1975), “Esta es Olga” (1979), “Antología poética) (1982) “Multiplicando amor” (1987) “Todo el tiempo” (1995), “Ahora y siempre” (1997).
Enlace a la obra "Todo el tiempo"